«NO PONE DE SU PARTE»

En ocasiones hemos podido pensar, decir o escuchar que alguien que atendemos “no pone de su parte”.

Como si lo tuviera todo a favor y solo le faltara hacer ese "click" donde nadie podemos entrar: querer, cambiar su libertad de decisión.

Y siempre me he preguntado: ¿Seguro que tiene esa parte que le exigimos, o es precisamente la parte que le falta?.

Y nosotrxs, ¿podemos hacer algo más por nuestra parte, o ya está todo probado?.

Y es que ocurre que la libertad no solo está condicionada por el querer, sino por el poder, por la capacidad del individuo. En el terreno físico esta cuestión es fácil de diferenciar: si un peso es demasiado grande y excede nuestra fuerza, por más que lo intentemos, no vamos a conseguirlo.

Pero cuando se trata de una cuestión donde entran elementos más intangibles o subjetivos, como son lo emocional, relacional, social o intelectual es mucho más complicado valorar la capacidad. Lo subjetivo no depende solo de la realidad del sujeto, sino de quien le observa.

Por eso hay tanta diferencia entre profesionales y entre terapias en campos como la docencia o la salud mental.

Para discriminar, parece conveniente cuestionarnos primero: y nosotrxs, ¿podemos hacer algo más por nuestra parte, o ya está todo probado?.

Y es que ocurre que la libertad no solo está condicionada por el querer, sino por la capacidad del individuo. En el terreno físico esta cuestión es fácil de diferenciar: si un peso es demasiado grande y excede nuestra fuerza, por más que lo intentemos, no vamos a conseguirlo. Pero cuando se trata de una cuestión donde entran elementos más intangibles o subjetivos, como son lo emocional, relacional, social o intelectual es mucho más complicado valorar la capacidad. Lo subjetivo no depende solo de la realidad del sujeto, sino de quien le observa.

Por eso hay tanta diferencia entre profesionales y entre terapias en campos como la docencia o la salud mental.

Para discriminar, parece conveniente cuestionarnos primero si el caso pudiera enfocarse y enriquecerse con algún nuevo enfoque: "por qué la persona no se motiva o no cambia", es la pregunta que guiará la respuesta. Es un mecanismo rápido “salirse de la ecuación”: apelamos a que depende exclusivamente del otrx -de su libertad-, y ya estamos "exentos".

Como todo es complejo, siempre se puede hablar con la familia o hacer una sesión con compañerxs para que aporten alternativas o aunque solo sirva para que llevemos mejor la situación tan frustrante.

Porque si nos equivocamos y el sujeto no puede, generaremos un juicio negativo moral hacia su persona, “siempre eliges el mal”-, y el sujeto empeorará, se alejará más y se generará una escalada de rechazo mutuo.

También si caemos en el polo opuesto, y nos sentimos totalmente responsables de la libertad ajena, podemos impedir que viva su evolución y pueda aprender las consecuencias de su propios actos "ayudar un poco fortalece, ayudar mucho debilita"-, reza el dicho con sabiduría.

Discernir este punto con las personas que nos ponen al límite, es un aprendizaje continuo que nos saca de nuestra zona de confort.

Ejemplo. Alumno/a que tiene dificultad cognitiva o de atención importante y en consecuencia emocional. Se bloquea en las clases, no apunta bien las tareas o exámenes que tiene, le cuesta organizarse, esto genera riñas en casa y rinde cada vez peor. Los progenitores piden que persona responsable que le supervise la libreta de tareas cada día antes de llegar a casa que está escrito, puesto que siempre dice “para mañana no tengo nada”.

Esta petición puede superar la capacidad del/la docente y generar una defensa: “tiene que esforzarse más”, “es su responsabilidad”, "no pone de su parte". Y al final se convierte en un cruce de exigencias y acusaciones mutuas, en un desencuentro con la familia.

Se reflexiona en el colegio y se aborda una posible mejora. Se decide transmitir a diario online a personas determinadas las tareas para conocimiento familiar, y además adaptarlas mejor a su capacidad.

El resultado es la mejoría del rendimiento, autoestima y disminución del sufrimiento. Esta escucha y adaptación personal ha acercado al alumno/a y a la familia con el centro escolar porque se han valorado las limitaciones de todxs desde el diálogo.


Existe otro capítulo: cuando la familia o persona proyectan toda la responsabilidad de una situación a lxs profesionales. También esto hay que reconocerlo, discriminarlo y tratarlo adecuadamente. Con la calma y técnica adecuadas, puesto que el que proyecta algo es que no lo puede soportar. Hay que estar situados desde lo docente y terapéutico siempre, para revertir el conflicto en un avance positivo.

Comprender para conjugar tolerancia y firmeza en la respuesta.

Todo pasa también, seamos docentes, terapeutas, alumnado, pacientes por nuestra realidad personal. Pero esto da para hablarlo en otro capítulo.